viernes, 20 de mayo de 2011

15 M…

Voy a intentar desarrollar una opinión sobre este movimiento, sin  pretender imponer ningún modo de pensar al lector que esté posando sus ojos en este momento en lo que escribo. No se si más que escribir podría decir “vomitar” el coctail de sensaciones que he recibido, después de pasar esta tarde 4 horas de pie, caminando entre miles de personas que deambulaban por la puerta del Sol de Madrid, sin dirigirnos a ningún lugar concreto, simplemente caminando entre tiendas y puestos improvisados, escuchando múltiples mensajes que hablaban de lo que algunos entienden por libertad desde megáfonos y micrófonos que amplificaban las voces de personas como yo que dejaron de deambular un rato para exponer a los demás que allí nos encontrábamos su visión sobre una situación tremendamente compleja en la que todos nos vemos inmiscuidos.

Había un olor a comida y a sudor, ya que se habían montado puestos de alimentos y bebida para que los congregados allí no murieran de extenuación, debido a la concentración de gente y a las altas temperaturas, que hoy, 20 de Mayo del 2011, derretían el asfalto de Madrid.
Yo, sola, incrédula, únicamente cargada con mi cuaderno en la mano, un boli y unos ojos como platos, paseaba por allí anotando los slogans que me parecían más llamativos, a los que pudiera sacar punta o los más repetidos y representativos que empapelaban todo monumento y mobiliario urbano de la plaza ante la atónita mirada de cuantos me rodeaban, que cantaban al unísono “Lo llaman democracia y no lo es”, supongo que parecería extraña, un polizón en medio de un grupo unido de personas que por unas causas u otras hacen piña por algo por primera vez en su vida en la mayoría de los casos, supongo que anotar lo que otros escriben en vez de escribir para propagar lo que mi boca cerrada y sedienta no decía, es de alguna manera, raro y ajeno para los demás.

Pasee y pasee, sin prisa, cansada pero con paciencia, buscando algo que arrojara alguna luz en mí, una luz que me alegrara. La encontré en ocasiones, cuando veía la buena disposición de la mayoría de colaboradores voluntarios que estaban poniendo al servicio de todos su buen hacer para que nos sintiéramos más cómodos en esa algarabía, en ese momento pensé que aquello era lo realmente bueno, la sonrisa, el ayudar, la solidaridad…Entonces, despojé todos esos buenos actos de un motivo y creo que pude ver lo que buscaba, me di cuenta de que lo que quería ver era “humanidad”.
A pesar de aquello, algo en mí no marchaba bien, todo parecía no-partidista, pero de alguna manera el que la gente se reuniera en “comisiones” y convocara “asambleas” me recordaba a un modelo de organización comunista. Es entonces cuando seguí observando atentamente. No había signos aparentes de inclinación política como lo que solemos entender “izquierdas o derechas”, continuamente decían por los altavoces que estaban prohibidas pancartas politizadas, pero había algunas que nadie rebatía, las republicanas, era como si todo el mundo diera por hecho que si estás harto del sistema que te gobierna debieras ser republicano, lo cual si que es una manifestación política, tirando de ese hilo, era fácil comprender qué sectores de población se sentirían más cómodos y/o representados en ese ambiente, generalmente sectores más proclives a la izquierda y claramente republicanos, por lo tanto, se empezaba a dibujar un leve perfil de la gran cantidad de gente activa de esa concentración. Más tarde, encontré la comisión feminista, que estaba definida en dos carteles en los que ciertos individuos explicaban lo que era y lo que no era feminismo. Entre lo que sí que era ser feminista encontré una frase que decía “facilidad para abortar y libertad de elección para ello”, yo siempre he defendido la libertad, incluso para algo a lo que no soy proclive, como es el aborto, pero me dolió lo de “facilidad”, como si ser una mujer más feminista, supuestamente más fuerte y más liberada significara que podrías deshacerte de un futuro ser humano con pocos o ningún impedimento, en vez de exigir que como mujeres se nos facilitara la vida en el caso de quedarnos embarazadas, como si ser feminista fuera, por así decirlo, no tener ninguna responsabilidad sobre nuestros actos, nuestras situaciones y sin ningún trámite tuviéramos la posibilidad de volver al estado anterior a habernos quedado embarazadas, a haber hecho lo propio para ello, como si ser feminista fuera ser reversible sin ninguna otra preocupación más que la de seguir viviendo como si nada después de llevarte por delante un embrión humano, no un grano ni un tabique nasal.

En definitiva, empecé a sentirme allí algo incómoda, diferente, como una pieza de un puzzle que no encaja en un sitio que parecía que era su lugar, porque tiene forma parecida, pero constatas cuando la juntas con las piezas adyacentes que no está en el sitio correcto. Todo el mundo se paraba a escuchar, como he dicho antes, a numerosas personas que hablaban y decían, con mejores o peores argumentos, el porqué de su enfado con la situación política actual y yo me sentía desubicada, absurdamente emplastada por la multitud, cuando los que me rodeaban aplaudían y vitoreaban a los Cicerones momentáneos para, a continuación, preguntar a su colega de al lado “¿Qué ha dicho? No he oído nada”.
Intentaré no ahogarme mirándome el ombligo, pero al final me he sentido más sola que en muchas situaciones de mi vida, sola entre miles de personas, es irónico, sin identificación, me quedo con la frase de “Ellos no nos representan”, no se quién podría representarme a mí, pero olvidándome de Ego y pensando más en todos aquellos, todos los que de buena voluntad estaban en esa plaza, tampoco se muy bien quién podría representarles a ellos, a lo mejor no son los políticos de turno, pero me temo que tampoco podrían ser ellos mismos los que se autorepresentaran, no porque no estuvieran suficientemente preparados para ello, si no porque eran muy heterogéneos, les unía el descontento, no algo concreto por lo que luchar, y si lo hubiera, tampoco aquello representaría a otro buen grupo de personas que conformaban se “todo” y que pudieran enmarcarse en “antisistema y/o anarquismo”, que no era un número menospreciable de personas, todos estaban unidos pos una negación y algunas afirmaciones difusas, hacían una piña extraña, pero al fin y al cabo una piña o una bola de nieve compuesta por aguas de diferente procedencia, que al caer por la ladera de un monte se hace más y más grande, arrastrando todo lo que encuentra, al haber sido impulsada por un desconocido resorte que la hizo caer.
¿Es ese resorte las redes sociales, los medios de comunicación que anuncian de una manera espectacular esta concentración haciendo que cada vez sea mayor el número de participantes y curiosos que pasan por al puerta del Sol, es algún movimiento político ya existente el que ha movido los cimientos de la comunicación social para que esto se produjera y conseguir algo en su favor en las elecciones del día 22? Hay muchas dudas que me asaltan, y yo aquí, desarmada, desubicada, sin respuestas. ¿Por qué cuando los ciudadanos se han unido en contra de las negociaciones que el gobierno ha hecho con ETA, y han sido en número superiores a la concentración que se está llevando a cabo, no han recibido a penas cobertura mediática?
Ahora en casa, me alegro de haber ido, de haberlo visto por mis ojos, de haber sido partícipe del 15M y haberme informado lo mejor que supe a cerca de ello, pero me siento rara y a la vez orgullosa de no haber tenido la tentación ni por un momento de coger mi saco y mi esterilla y pasar la noche de hoy mirando las estrellas bajo el reloj que nos anuncia los años nuevos, debido a que todavía tengo la gran capacidad y enorme suerte, de dudar, con toda la soledad que ello conlleva, pero también con la libertad que aporta el poder ver lo que nos rodea no sólo desde dentro, si no también desde fuera y de lejos por el contraste y la luz que arroja a mi criterio la Historia.

IRENE PERSA